Esta semana se ha
desarticulado, en Barcelona, una banda de falsificadores que había logrado un
botín de 18.000 euros tras falsificar 250 tarjetas de crédito, cuyos datos
conseguían colocando microcámaras y dispositivos de copia en cajeros
automáticos.
Las Fuerzas del
Orden se incautaron a los falsificadores piezas realizadas con impresoras 3D
que imitaban las piezas de los cajeros, rotuladores y adhesivos, entre otras.
La banda actuaba en
los cajeros exteriores de las entidades bancarias, colocando una regleta en la
parte superior de los dispensadores con una microcámara alimentada con baterías
que grababa el código PIN de las tarjetas de los clientes que operaban en ella.
En otras ocasiones,
insertaban un dispositivo propio para leer el código de las tarjetas en el
mismo cajero y, una vez conseguidos los datos, los clonaban en otras tarjetas
con las que hacían reintegros de forma fraudulenta o los vendían a otras
bandas.
La policia
consiguio imágenes de los supuestos falsificadores entrando en una entidad
bancaria y ese mismo día consiguieron detenerles en la terraza de una cafetería
desde donde estaban controlando un cajero para colocarle el dispositivo de
copia.
Los agentes
encontraron un mapa de la capital catalana en el que habían señalado 21 cajeros
automáticos de seis entidades bancarias diferentes.
En el registro de
dos viviendas utilizadas por los detenidos en Castelldefels, la policía
encontró asimismo diez dispositivos de clonación de tarjetas preparados para su
colocación en los cajeros.
Según las
investigaciónes de la policia, los detenidos habían utilizado las tarjetas
clonadas para realizar extracciones de dinero en Filipinas, República
Dominicana y EE.UU.
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