La impresión es algo que damos
por sentado y no solemos pensar demasiado en ella. Lo normal es que haya cosas
impresas, y que sean de gran calidad. Todo ello gracias a que, como tecnología que es, se reinventa día a día.
Antes solíamos imprimirlo todo en papel, pero ahora los avances tecnológicos
permiten hacerlo en todo tipo de soportes y con más variedad de colores.
Fijémonos en la impresión de libros.
Si hacemos memoria, seguro que recordaremos cuando los libros se imprimían solo
en un color (negro). Ahora, con el desarrollo de la serigrafía industrial y la
impresión de bloques mecánicos, hemos dado grandes pasos adelante y podemos
imprimir en una gama muy amplia de colores. Y no solo en papel, sino en
tejidos, cartón, plásticos y hasta metales.
Gran parte de este progreso se
remonta a los años setenta, cuando la impresión offset despegó y empezó a ser
fácil de usar. Llegaron las primeras grandes máquinas de imprimir, a cuatro,
cinco, siete o incluso más colores. Luego aparecieron los barnices y
revestimientos UV, que ahora es de lo más normal usar para crear productos que
llamen la atención.
Sin embargo, fue la impresión
digital lo que verdaderamente ha revolucionado el sector, ya que ha permitido a
los impresores hacer cosas que hasta hace poco parecían imposibles. La
impresión digital también ha impulsado los beneficios al eliminar los costes
relacionados con la creación/limpieza de las planchas y con el ajuste de las
máquinas de imprimir.
Hoy en día, la impresión digital
está en pleno auge: el volumen de la impresión digital se ha duplicado en tan
solo dos años. Esta tecnología ha generado una industria enorme que va más allá
de los productos de impresión tradicionales. Pensemos en el salpicadero del coche:
la mayoría de cosas que van en él se han impreso digitalmente, o bien por
serigrafía tradicional; pero aun así, las tramas que se usan en esta se
producen por medios digitales. El material de PLV, las pancartas, los
bolígrafos, los encendedores y los anuncios retroiluminados casi siempre se
imprimen en digital.
La tecnología digital también ha
llegado al segmento de la impresión textil, que hasta hace poco había sido
terreno exclusivo de la serigrafía rotativa y el huecograbado. Actualmente los
requisitos de las marcas de ropa han cambiado, ya que piden una fabricación
textil a demanda. Hace unos poco años, una marca podía fabricar cinco mil
prendas en rojo y cinco mil prendas en azul. Pero, si las prendas azules se
agotaban, obtener un lote nuevo llevaba mucho tiempo y, lo más importante, la
marca tenía que realizar otro encargo grande, por lo que corría el riesgo de
acabar con un exceso de existencias. La impresión digital elimina este riesgo.
Las grandes cadenas de ropa están
adoptando la tecnología de impresión digital para producir las cantidades que
necesitan, justo cuando las necesitan. De este modo, si las camisetas azules se
venden como rosquillas, la cadena produce más y ya está. Puede que el coste
unitario sea superior, pero hay mucha menos sobreproducción y mermas.
La tecnología digital ayuda a las
cadenas de ropa a trabajar de manera más rentable, y al mismo tiempo mejora la
satisfacción de cliente, ya que hay más disponibilidad de los productos que
tienen más éxito.
Está claro que, tanto si eres un
impresor como un consumidor, la impresión tiene todavía mucho que ofrecerte.
Este medio no morirá, sino que seguirá evolucionando para adaptarse a tus
necesidades.
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