Las impresoras 3D eran hasta hace
poco herramientas reservadas a ingenieros y arquitectos. Sin embargo, la
expiración en 2014 de una importante patente de impresión por capas ha
permitido que esta tecnología gane presencia en tiendas e incluso en
jugueterías. ¿Qué pasará cuando se popularicen las impresoras 3D? Por lo
pronto, ya empiezan a plantear problemas legales.
Por ejemplo, ¿puede un particular
comprarse un muñeco de Shrek, escanearlo e imprimirlo luego en casa? En teoría,
no debería hacerlo sin pagar derechos a Dreamworks, la productora responsable
de las películas y merchandising del ogro verde. Aunque no tenga intención
alguna de vender la reproducción. “No es legal, pero no van a ir por ti. No
sale a cuenta ponerse a perseguir a millones de personas”, explica Pedro
Saturio, abogado de Elzaburu, especializado en propiedad industrial e
intelectual.
“En su momento pasó lo mismo con
las fotocopiadoras: en teoría no se puede replicar un libro, pero la gente lo
hace”, aclara Saturio. Siguiendo con el ejemplo de la figurita, lo normal es
que los dueños de sus derechos solo inicien acciones legales si quien las
produce pretende sacar algún provecho económico.
¿Qué pasará en caso de que las
impresoras 3D se conviertan algún día en un objeto imprescindible en los
hogares? Eso podría cambiarlo todo. Lo normal es que circulen por la red
diseños 3D de los más diversos objetos, que los usuarios puedan descargarse
para imprimir cosas en casa. Todo será legal si quienes difunden esos diseños
han pagado los derechos correspondientes. “Si no, se produce una infracción
indirecta cada vez que alguien use esos planos”, indica Saturio.
Ya hay plataformas, como Thingiverse
o Pirate 3D, en las que se pueden obtener de forma gratuita diseños adaptados a
distintos modelos de impresoras 3D. Si esta clase de webs se popularizan es muy
posible que acaben siendo perseguidas, como pasó en su momento con Napster y
otras páginas de intercambio de archivos de música o vídeo. “Lo que se hace
normalmente es ir a por la fuente”, apunta Saturio.
Jurisprudencia en EE UU
Por supuesto, existe también la
posibilidad de que particulares se lleven la producción a casa o a talleres
clandestinos. Con la tecnología disponible se podrían fabricar, por ejemplo, piezas
para la industria del automóvil: solo hace falta conseguir planos detallados de
ellas. Lo mismo puede pasar con casi cualquier objeto. “En España todavía no,
pero en Estados Unidos ya empieza a haber jurisprudencia al respecto”, indica
este experto. Por ejemplo, un juez prohibió la impresión de aparatos de
ortodoncia al considerar que se vulneraba la patente.
También se dictaminó que una
estatua tiene copyright: la universidad de Augustana College, en Illinois (EE
UU), pidió a un usuario que retirara el diseño de una de las estatuas que
decoran su campus de la mencionada web Thingiverse. La batalla legal por fijar
los límites de la impresión 3D acaba de empezar.
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