Cada día nos encontramos noticias en las que se elogia los grandes y
numerosos avances de esta nueva tecnología, la impresión 3D, capaz de realizar
cualquier tipo de objeto y en cuestión de pocos segundos.
Sin embargo, es bastante posible que se haya exagerado en exceso las
prestaciones de esta tecnología, la cual, si bien tiene mucho potencial, aún se
encuentra en una fase muy pero que muy primitiva.
Si hacemos una visita a cualquier establecimiento dedicado a la impresión
en 3D, nos daremos cuenta que este tipo de tecnología no está ni mucho menos al
alcance de todo el mundo, y si alguien visita este tipo de tiendas, es muy
probable que salga decepcionado.
Se ha dicho en muchas ocasiones que este tipo de tiendas son algo así como
una especie de empresa fotocopiadora, pero con la diferencia de que en lugar de
escanear libros o imprimir folios, este tipo de compañías saca de sus
impresoras auténticos objetos en tres dimensiones.
Y sí, hasta cierto punto es verdad, pero no todo el mundo tiene acceso a
ello, y es que es totalmente imposible mandar a imprimir un objeto 3D si no se
lleva al establecimiento el prototipo en un archivo que admitiese el formato 3D.
Así pues, todo aquel que pensaba que bastaba con dar unas indicaciones al
empleado para mandar a imprimir una copia similar, o todo aquel que creyese que
pudiese convertir fotografías de 2 dimensiones en objetos, se equivocaba por
completo.
Por tanto, quien envíe objetos 3D a la impresora no sólo debe saber muy
bien manejar este tipo de programas para crear objetos 3D, sino que además
deberá tener muy en cuenta cada una de las partes del objeto a reproducir en
tres dimensiones para evitar que la estructura caiga sobre su propio peso.
Este hecho, provoca que la utilización de la tecnología 3D se limite a un
uso muy concreto y específico de la población, y no así a una amplia pluralidad
como nos quieren hacer creer.
Por si fuera poco, la tecnología actual, al menos la que puede estar al
alcance del usuario medio en tiendas como las ya mencionadas, no permite crear
objetos en colores diferentes, sino que las figuras salen en un único color y
posteriormente debe ser el usuario el encargado de pintarlas.
En cuanto al tema de precios, tampoco tenemos muy buenas noticias, y es que
una de las cosas que nos hemos podido dar cuenta, es que este tipo de
tecnología no ofrece un catálogo de precios concreto, sino que todo depende de
la forma, el tamaño y la complejidad del producto a realizar.
Es por ello que hasta que no lleves el prototipo a imprimir, no podrás
hacerte una idea de cuánto podría costarte, ni tan siquiera aproximadamente, lo
cual es un grave perjuicio para la persona que realiza el boceto a imprimir,
quien podría pasarse horas y horas de su tiempo realizándolo para
posteriormente darse cuenta que su implantación es demasiado cara como para
seguir adelante con la misma.
Es por tanto que, aunque creemos que las posibilidades de esta tecnología
son muy prometedoras e interesantes, consideramos que aún debe evolucionar
mucho para que los productos realizados puedan estar mucho más al alcance de la
población media, y no así de la especializada, además de que pueda darse una
información cuanto menos aproximada de lo que podría costar imprimir un objeto
en cuestión.
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