Según un estudio realizado por la
OCU en la que se han analizado distintos cartuchos originales de impresora, la primera conclusión que extraen
tras el análisis es que hay mucho que mejorar. Por ejemplo, nada menos
que un 28% de los cartuchos se vendían rellenos de tinta sólo hasta la
mitad del envase.
Nada menos que un 28% de los
productos analizados se vendían con tinta sólo hasta la mitad del cartucho,
algo muy difícil de apreciar a simple vista, ya que únicamente algunos modelos
de cartucho son transparentes y permiten ver la tinta de su interior.
Los más vacíos resultaron ser los
cartuchos Brother LC123 cian, magenta y amarillo, y los Epson 26 magenta y
amarillo, que sólo estaban al 30% de su capacidad máxima.
Además, los cartuchos analizados
no siempre indicaban la cantidad de tinta o tóner de su interior. Ninguno de
los cartuchos de Brother ni el tóner de las marcas HP y Samsung proporcionaba
en el análisis efectuado por la OCU esa información.
Sí se informaba del número
aproximado de páginas impresas según la norma ISO24711 o su equivalente para
los equipos láser. Aunque la norma ISO permite comparar unos cartuchos con
otros, la cifra indicada se obtiene para una situación concreta. El número real
de páginas impresas dependerá de distintos aspectos, como la impresora
utilizada, el tipo de documentos impresos, los ajustes de impresión, la
frecuencia de uso...
Un consumidor debería poder
conocer tanto la cantidad de tinta o tóner suministrados como el número de
páginas impresas antes de la compra.
Capacidad engañosa
La cantidad anunciada no siempre
se correspondía con la real. Cartuchos como los Canon CLI-551 negro sólo tenían
el 49% de lo anunciado, y los de color amarillo, cian y magenta de la misma
serie contenían entre un 14% y un 25 % menos de la tinta que citaba el
fabricante.
En definitiva, de los 68 euros
que cuesta el conjunto de cartuchos estándar originales para una impresora
Canon Pixma MG5650, deberían habernos cobrado 16 euros menos. En el extremo
opuesto están los HP 364 que, lejos de quedarse cortos, incluían entre un
63% y un 86% más de tinta.
En cuanto al residuo de tinta o
tóner, en la gran mayoría de las impresoras el cartucho se cambia porque la
impresora no deja imprimir más. Pero los niveles de tinta mostrados no se
corresponden necesariamente con los reales. Aunque es comprensible que no se
pueda aprovechar toda la tinta, en el 42% de los casos estudiados el residuo
era excesivo, superior al 10%. Los modelos láser también desperdician mucho
tóner, más del 30% en marcas como HP y Canon, ya que con cada impresión
una parte del mismo queda inevitablemente adherida al tambor.
Un consejo, cuando la impresora
avisa de que va quedando poca tinta o tóner, conviene hacerse con un cartucho
nuevo pero no reemplazarlo inmediatamente. El número medio de páginas impresas
desde el primer aviso hasta que resultó inevitable reemplazar el cartucho, fue
de 67 páginas en los modelos de inyección, 226 páginas en los de láser.
También se comprobó que se puede
mejorar la sostenibilidad de este tipo de productos. Aunque son básicamente
recipientes plásticos, contienen partes metálicas o circuitos eléctricos, un
0,5% en los cartuchos de tinta y un 48% en los tóneres analizados, que
dificultan su reciclado. Incluso algunos incluían una esponja. Además
apreciamos que la parte plástica contenía restos de metales pesados, lo que
añade complejidad y dificulta la recuperación de materiales. Por último, detectamos
un exceso de embalaje externo y material asociado a instrucciones, que de media
pesaban el doble que el propio cartucho.
Cartuchos seguros
Con respecto al análisis químico,
tanto los cartuchos de tinta como los de tóner analizados eran seguros, aunque
por sus componentes no puede considerarse un envase y no deben ir a la basura
doméstica.
En el caso del tóner, descartamos
además la emisión desde los cartuchos de partículas finas, ozono, compuestos
orgánicos volátiles peligrosos como tolueno, benceno o xileno. Es decir, se
puede tener en casa una impresora láser sin aumentar el riesgo de exposición a
sustancias químicas peligrosas, aunque por precaución se aconseja colocar la
impresora siempre que se pueda en una habitación ventilada o donde la gente no
permanezca demasiado tiempo.
Un consumidor que paga un precio
medio de 15 euros por cartucho de tinta, 65 euros en el caso del tóner, debe
saber qué está pagando. Por ello es necesario que se cumplan una serie de
parámetros:
· Cartuchos llenos. El contenido debe suponer
al menos el 75% de su capacidad máxima, que sean independientes para cada color
y transparentes para que el consumidor pueda ver lo que compra. La opacidad genera
desconfianza.
· Informar antes de la compra. La OCU reclama que
en la caja del cartucho y en la web se incluya información sobre la cantidad de
tinta o tóner incluidos, y también el número de páginas impresas conforme a la
norma ISO24711 o su equivalente en el caso de las impresoras láser. No todos
los fabricantes ofrecen ambos datos.
· Minimizar el residuo de tinta o tóner. Si
se impide que el usuario continúe imprimiendo, qué menos que medir la cantidad
real de tinta o tóner que queda en el cartucho y no utilizar un cálculo
aproximado, que podría alejarse de la realidad en muchos casos.
· Cartuchos sencillos. Sin chip, cabezal de
impresión u otros componentes electrónicos, de forma que se facilite su
reutilización y reciclaje, así como el uso de compatibles. También con un
embalaje más sencillo y proporcionado al cartucho incluido.
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