Hace unos 5 años, aproximadamente,
la compañía Zink desarrollo una nueva tecnología que permitía imprimir sin
necesidad de tinta o tóner, usando el calor para crear los colores. Supuso un
nuevo avance revolucionario en el mundo de las impresoras. Como su nombre
"Zero ink" (es decir "cero tinta") lo indica, las
impresoras que usan esta tecnología no deben utilizar ni tinta ni tóner. De
hecho, necesitan poquísimas partes móviles porque crean la impresión por medio
del calor; recordando en esto a las antiguas impresoras térmicas. Gracias a
esto es posible hacer impresoras increíblemente pequeñas, que literalmente caben
en el bolsillo produciendo impresiones de 2×3 pulgadas con una calidad
excepcional.
El material clave para que esto
funcione es el papel desarrollado por Zink, que está formado por cuatro capas.
Una capa base (blanca o transparente; de papel, cartón o adhesiva) y otras tres
capas de color cubiertas por un polímero protector. La gran innovación de Zink está
en las capas de color, que están formadas por unos cristales que la compañía ha
patentado con el nombre de cristales amorfocrómicos. Estos cristales responden
a pulsos de calor de duraciones específicas para hacerse visibles. De esta
manera se pueden conseguir impresiones de gran calidad con millones de colores,
que además son resistentes al agua y al calor.
Una impresora con esta tecnología
tiene un coste de unos 60€ y el papel que usa tiene un precio de unos 13€ el
paquete de 100 hojas; que equivale a unos 0,13€ cada fotografía.
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