Los rostros a medio cubrir por
las mascarillas son el símbolo más claro e inequívoco de una nueva realidad en
la que no solo toca protegerse por seguridad propia, sino como gesto de
solidaridad colectiva.
Queda claro ya que, las
mascarillas, han llegado para quedarse y mientras los expertos señalan que las
usaremos durante al menos un año, hasta que se desarrolle una vacuna, los
analistas de moda se preguntan si elegir una puede convertirse en algo tan
cotidiano como comprarse unas gafas de sol con la intención de filtrar los
rayos ultravioleta o hacerse con un abrigo para resguardarse del frío. ¿Significa
que entonces deberían convertirse en una declaración de moda? ¿O son más bien
un símbolo de solidaridad y pacto social?
Su uso es obligatorio en
cualquier ámbito de nuestra vida formando parte ya de un nuevo uniforme urbano.
Por tanto, como cualquier prenda que elegimos al vestirnos por las mañanas, la
mascarilla sirve como declaración de individualidad en un momento en el
que la expresión facial queda reducida a la mirada.
De ahí que sean ya numerosas
marcas y diseñadores los que, conscientes de esta nueva oportunidad de negocio,
estén lanzando sus propias mascarillas. Es por esto que parece lógico emplear
cierto esfuerzo en elegir un modelo que no solo se adapte a las
necesidades de protección, sino también a los gustos individuales y que
lógicamente se adapte como cualquier otro complemento de moda a nuestra
morfología. Ante tanta variedad de mascarillas, es fácil que nos encontremos
algunas que, siendo de nuestro gusto, no se adaptan al contorno de nuestro
rostro; para ello hemos ideado estos tensores
que permiten que una mascarilla que nos queda holgada se adapte perfectamente, mejorando
su eficacia para filtrar así como nuestra apariencia estética con ella.
En el siguiente video veréis lo sencillo
que resulta colocarlas sobre cualquier mascarilla.
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