Imagina una pluma que ‘pinta’ circuitos electrónicos reales, capaces de
conducir la electricidad y encender un LED. Este avance, presentado en la feria
internacional de Hannover, ha sido posible gracias a los investigadores del Instituto
Leibniz para Nuevos Materiales, en Alemania, con la colaboración de una
científica española. Se trata de una tinta híbrida formada por nanopartículas
de oro y un polímero orgánico conductor
De la misma forma que hoy se imprimen textos e imágenes sobre un papel, en
el futuro se podrán usar impresoras para fabricar todo tipo de circuitos
electrónicos. Esa tecnología requerirá de nuevas tintas, como la que acaban de
presentar en la feria industrial de Hannover, la más grande del mundo,
investigadores del Instituto Leibniz para Nuevos Materiales (INM, Alemania).
“Con esta tinta se puede cargar el cartucho de una pluma estilográfica y
dibujar un circuito electrónico para iluminar un LED“, destaca a Sinc Lola
González García, la científica española que ha participado en su desarrollo.
Los componentes de este innovador producto son nanopartículas de oro
recubiertas con un polímero orgánico conductor. Las nanoestructuras resultantes
son muy estables diluidas en alcoholes y agua, los ingredientes habituales de
las tintas convencionales. De hecho, la idea es aplicar el método en impresoras
de inyección de tinta.
“El tamaño nanométrico de las
partículas metálicas y su buena estabilidad hace que se puedan imprimir líneas
de tinta muy finas (de unas pocas micras)”, explica González, quien recuerda
que el minimizar al máximo el ancho de estas líneas es uno de los temas
estrella en la electrónica impresa actual.
Otra de las ventajas de la tinta, que se hace conductora cuando se seca, es
que permite dibujar los circuitos eléctricos sobre materiales flexibles, como
el papel o el plástico, utilizando herramientas tan comunes como un bolígrafo y
sin necesidad de ningún proceso adicional.
Esto se consigue gracias a las propiedades de los polímeros, que tienen una
triple función. Por una parte, ejercen de ‘ligandos’ que estabilizan las
partículas metálicas y aseguran que queden suspendidas en el disolvente (si se
aglomeraran demasiado perjudicarían el proceso de impresión). Por otra, ayudan
a empaquetarlas durante el secado, mejorando la calidad de las líneas impresas.
Además, actúan como una ´bisagra’: cuando el material se dobla mantienen la
conectividad entre las partículas metálicas y, por tanto, su conductividad
eléctrica.
Ya existían otras tintas con nanopartículas metálicas y ligandos orgánicos,
pero el problema fundamental es que las moléculas orgánicas son aislantes –no
conducen la electricidad–, lo que imposibilita su utilización a menos que se
aplique un proceso de sinterizado (tratamiento térmico de un polvo o compactado
metálico para aumentar su resistencia) después de imprimir el material.
Este proceso conlleva una serie de inconvenientes, como tener que emplear
temperaturas altas no compatibles con todo tipo de substratos (papel, plásticos
o textiles, por ejemplo), así como el deterioro de la calidad de las líneas
impresas.
“Pero nuestras nuevas tintas no requieren sinterización, además de ser
particularmente flexibles y ser conductoras tan pronto como se secan”, concluye
Tobias Kraus, director del grupo Structure Formation del INM.
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